domingo, 31 de marzo de 2024

El Renacer de la Esperanza






Inicialmente, tenía la intención de comenzar este post de manera distinta y abordar otros temas. Sin embargo, hace apenas una semana, asistí al 30 Aniversario de Sôber + Savia + Skizoo en la Sala Mamba de Murcia, y viví un momento completamente inesperado. Experimenté una sensación que me hizo recordar una parte oscura del pasado, un tiempo que se mantenía oculto en algún rincón de mi memoria

Este fenómeno ocurrió durante la actuación de Morti y su interpretación del tema "Algún día", de Skizoo. Fue entonces cuando recordé que en el pasado había danzado con la muerte.

Hace algunos años, me encontraba en una sala de urgencias, con una mascarilla de oxígeno, conectada a un monitor y recibiendo sueros,  médicos colocando más catéteres, inyectando broncodilatadores y observando mis constantes vitales con cierta preocupación, mientras mi mente estaba dominada por esa misma canción una y otra vez. De repente, era como si yo misma me hubiera convertido en la chica del videoclip.

Durante el concierto, mientras la canción resonaba y Morti ofrecía una interpretación espectacular, de repente, no pude evitar reflexionar sobre cómo había llegado a esa situación en el pasado. Y justo en ese momento, como si estuviera predestinado, Morti hizo contacto visual conmigo... Y entonces pronunció aquella frase mágica que parecía contener todas las respuestas: "De silencio está hecho el disfraz que nos impide superar el miedo". 

Fue como si esas palabras resonaran en lo más profundo de mi ser, iluminando el camino, desbloqueando un recuerdo que permanecía escondido desde hacía mucho tiempo. En ese preciso instante,  tras el flashback, las lágrimas brotaron de mis ojos, como si fueran un torrente. Sentí que esas palabras resonaban en las fibras más sensibles de mi alma, como una melodía que despierta recuerdos enterrados y emociones guardadas en lo más profundo de mi ser, y que habían estado olvidados por años. Fue como si cada palabra de aquella frase fuera una llave que abría las puertas de mi corazón, liberando una cascada de sentimientos que había permanecido latente durante tanto tiempo y permitiéndome ver a un atisbo de mi pasado no tan lejano.

Silencio y  Miedo, dos de los enemigos más despiadados para quienes alguna vez hemos vagado por las sombras. Son como compañeros oscuros que acechan en los rincones más profundos de la mente, tejiendo telarañas de dudas y temores que te hacen prisionero de tu propia oscuridad, son esas cadenas invisibles que te mantienen anclado en ese agujero oscuro, impidiéndote salir.

 Yo era su cautiva, viviendo sometida a la soledad. Recordé, por un momento, aquella sensación de derrota y el dolor intenso que invadía cada rincón de mi ser. Cada intento por encontrar una razón para luchar resultaba en vano. Cada día me sentía más derrotada, más sola, más hundida. Los días y las noches se volvían iguales, un martirio cada vez más intenso de mi propia agonía sin esperanza.

El silencio me anclaba cada vez más en ese abismo donde el miedo me torturaba de manera permanente. La ausencia de otros sonidos solo dejaba espacio para los pensamientos oscuros que atormentaban mi mente, convirtiéndose en una prisión sin puertas ni ventanas. Era como si el silencio mismo se aliara con el miedo para mantenerme atrapada en un ciclo interminable de desesperación.

Fue entonces cuando solo vi una salida posible: dejar de existir.

Hacía tiempo que notaba que perdía facultades. Ya no podía caminar con normalidad, dormir se volvía un desafío y tragar alimentos o líquidos representaba un riesgo constante de ahogamiento. La capacidad de hablar, expresarme y comunicarme con otras personas se desvaneció, alejándome cada vez más de cualquier forma de relación interpersonal. Me sentía atrapada en un cuerpo que no respondía a mis deseos ni necesidades, sumergida en una sensación de aislamiento continuo. Poco a poco, sentía que me iba apagando, adentrándome cada vez más en la oscuridad de mi propio deterioro. En mi mente solo había dolor, sin pensamientos coherentes ni salidas. Estaba permanentemente atrapada.

La idea de rendirme se había arraigado como una decisión firme. Era como si esa opción se hubiera convertido en un eco constante, resonando en cada pensamiento y acción, ganando cada vez más fuerza, envolviéndome en su oscura influencia. No luchaba contra ella porque no lo deseaba, y la sensación de derrota se volvía cada vez más abrumadora, hasta el punto en que la idea de dejar de existir parecía ser la única salida posible frente a mi dolorosa realidad.

Pedir ayuda ya no parecía una opción viable; en mi interior, la voz del miedo me susurraba que el silencio era la mejor respuesta. Me mostraba un abanico de sucesos aterradores que podrían desencadenarse si tan solo me atrevía a compartir mi situación con alguien más. Y yo le creía... Por supuesto, pues esa voz era mi única compañía en aquel abismo de desolación. Sé que no es fácil entenderlo, al igual que es difícil describirlo, pero cuando te sientes bajo el yugo de la depresión y la derrota personal, la palabra "esperanza" parece perder todo su significado.

El miedo me mostraba el impacto que podrían tener mis palabras sobre las demás personas. Podía ver con claridad multitud de escenarios posibles, todos decadentes, todos fatales y terribles. En todos ellos, era yo la causante, culpable y única protagonista de tanta desgracia.

¿Ves lo que podría pasar si hablas? - Decía esa voz - ¿Quién va a creerte? ¡Nadie! Todos te verán como la única responsable.

Y yo le creía..

Eres una carga para los demás, una molestias para quienes te rodean - Decía otras veces - ¿Quién va a creerte? Tu testimonio no tiene validez, no te creerá nadie. Te juzgarán como la única culpable, todos te rechazarán y el mundo seguirá girando. Nadie se preocupa por ti...

Y yo asentía...

Tienes razón - pensaba, dejando que la oscuridad del autoengaño y la autocrítica se apoderaran aún más de mi mente.- Tienes razón - me decía yo sumergiéndome en la creencia de que nadie me entendería. A lo que el miedo respondía:  ¿Lo ves? Es mejor guardar silencio.

Y yo callaba...

Tengo recuerdos difusos de aquel tiempo; a veces vagaba por la casa, sola, como un fantasma. Los días y las noches se extendían hasta el infinito, pero también lo hacían las horas, los minutos y los segundos... Recuerdo abrir los ojos y encontrarme rodeada por la oscuridad, apenas unos hilos de luz amarilla artificial se filtraban a través de la persiana. Parpadeaba y de repente la luz se volvía blanca y natural, acompañada de voces y sonidos provenientes de ese otro lado de la realidad. La noche y el día se resumían a un simple parpadeo, como si el tiempo se desvaneciera entre destellos de luz y sombra. El resto del tiempo dormía sin soñar, solo silencio. No recuerdo mucho más, ni siquiera el tiempo que pasé presa de esa interminable pesadilla.

Había notado que desde hacía semanas que me faltaba el aliento. Poco a poco, mi respiración fue empeorando y mi organismo comenzó a resentirse por la falta de oxígeno. Pero lo que en un principio parecía una ligera molestia por la falta de movilidad y cuidados, no tardó en avanzar hasta convertirse en sonidos y silbidos cada vez más fuertes con cada respiración junto con cansancio extremo. Cada bocanada indicaba una evidente falta de oxígeno, y me di cuenta de que lo que fuera que me estaba sucediendo era mucho más grave y estaba, literalmente, asfixiándome. Entonces, la palabra "esperanza" empezó a adquirir otros significados más siniestros en mi mente: La resistencia de mi corazón ante la escasez de oxígeno se convirtió en incertidumbre,  ¿Cuánto tiempo podría aguantar mi corazón funcionando a pleno rendimiento con falta de oxígeno? ¿Y cuanto tardaría en detenerse del todo? De repente lo vi claro, solo era cuestión de esperar y no hacer nada.

Todos los intentos de mis seres queridos por ayudarme o convencerme de acudir al médico cayeron en saco roto. En mi mente, sus súplicas adquirían un significado distinto. ¿Cómo podían pedirme que continuara viviendo en esa agonía un minuto más? ¿Para qué entonces querían que acudiera al médico? Yo no era consciente del dolor que mi estado les causaba, porque estaba convencida de que era un estorbo para ellos, una carga y nada más. Cuánta frustración debieron sentir al ver que no les escuchaba y me rendía, cuanta impotencia en cada intento fallido por llegar a mí, por hacerme entender que aún había esperanza, que podía encontrar ayuda y salir adelante. Pero yo estaba tan inmersa en mi propia desesperación que no podía ver más allá de mis propias sombras. Algún día me gustaría conocer esa otra parte de la historia, la que ellos vivieron. Entender sus esfuerzos por ayudarme y cómo se sintieron al ver que me rendía contra mis propios demonios. Esa parte se mantenía invisible a mis ojos. Tardé mucho tiempo en darme cuenta de que mi propia mente me engañó haciéndome creer que estaba sola en esta lucha. No estaba sola, había personas que me amaban y estaban dispuestas a enfrentar mis batallas junto a mí. Nunca estuve sola.

Cuando mi pecho empezó a arder con cada bocanada de aire y esta no alcanzaba a llenar ni una tercera parte del oxígeno que demandaba mi cuerpo, supe que estaba cerca de lograr mi objetivo, tal vez solo estuviera a unos pocos días. Ya no dormía y no había postura lo suficientemente cómoda que me permitiera dormir dos horas seguidas sin despertar con espasmos por la falta de aire, mi respiración se reducía a una sinfonía de silbidos. Ni siquiera era capaz de tragar saliva. Cualquier movimiento, por leve que fuera, se convertía en cansancio y fatiga extremos, con las pulsaciones disparadas. Me sentía como un pez fuera del agua, luchando por respirar.

Era ya de noche cuando sentí que alguien me acariciaba, me hablaban... Podía escuchar su voz agitada rogándome que le permitiera llamar a un médico, pero como siempre, mi respuesta automática era "no". La voz seguía hablando, pero yo ya no podía entenderle... pasos que se alejan y de nuevo silencio.

Y entonces, algo mágico pasó.

Fue como una chispa de luz diminuta, apenas duró una milésima de segundo, pero lo suficientemente brillante como para provocar un recuerdo escondido en algún rincón de mi mente. En él, podía ver a esa Isabel del pasado... De pronto ya no era uno solo, eran múltiples recuerdos encadenados de mí misma de años atrás; con mis seres queridos, con amigos, la música...La voz de mi madre,  aquel primer concierto, la sensación de patinar de nuevo, la vez que confundí la sal con azúcar en el bizcocho y mi padre fingió comerlo como si nada para no herir mis sentimientos, Silas jugando conmigo al pilla pilla por toda la casa, Euterpe, aquel salto en parapente.... No fue como ver pasar mi vida ante mis ojos, sino como si mi mente, que durante todo ese infinito tiempo parecía estar a oscuras y sin recuerdos, estuviera luchando por no rendirse. Protestaba ante lo casi inminente y comenzó a desplegar imágenes aleatorias de aquella vida que apenas recordaba ya, y que, si nada lo impedía, estaba a punto de perder. Era como si un último esfuerzo de mi ser tratara de recordarme quién era antes de que todo acabara para mí... Y ese disparo de luz me hizo desear volver a esa vida.

Cuando la voz de Ramón volvió a suplicar que le dejase ayudarme, le respondí "¡Sí!" a pesar de todos mis temores.

El silencio alimenta al miedo y este mata toda esperanza. Es como si en la ausencia de palabras para pedir ayuda, el miedo encontrara su terreno fértil para crecer y expandirse, ahogando cualquier posibilidad que pudiera haber existido. Es ahí donde se vuelve más poderoso, más opresivo, hasta que finalmente eclipsa cualquier oportunidad de encontrar una salida.

Es difícil, lo sé, pero el único modo de salir de ahí es cuando ignoras tu miedo lo suficiente como para pedir ayuda. En esas décimas de segundo posteriores, todo cambia y las voces que te llenan de amargura desaparecen. Es como si un destello diminuto rompiera la oscuridad, permitiendo que la luz penetre. Es un acto de rebeldía, el primer paso hacia la posibilidad de una nueva vida, una donde el miedo ya no tiene el poder de dictar tu destino. 

Atrévete, a pesar de tu miedo, y te sentirás valiente. - (William James)

Pedir ayuda es desafiar al miedo y ganarle la partida.

Ese no fue el final de la oscuridad, en realidad fue como resucitar. Aún me esperaba un largo y angosto camino que recorrer entre claroscuros y tinieblas, pero ahora sabía que podía encontrar pequeñas chispas de luz que me motivaran a seguir dando pasitos en mi lucha por la superación personal.

Si estás leyendo este post y te has sentido identificado, recuerda que siempre hay esperanza de un nuevo comienzo mientras no permitas al miedo convencerte de que te rindas. Busca ayuda.







domingo, 17 de marzo de 2024

Más allá de la Sombra


Se diría que para entender la depresión de manera más simple, implica hablar de cómo cambia casi todo en la vida de una persona. Imagina no poder disfrutar ni de las pequeñas cosas, sentirte constantemente cansado y sin ganas de hacer nada, incluso lo que antes te encantaba. Es como si tuvieras un filtro gris permanente ante tus ojos, haciendo que todo parezca sin esperanza y vacío. La depresión afecta cómo comes, duermes, te relacionas con otras personas y hasta cómo piensas en ti mismo, llenándote de dudas y haciéndote sentir solo, aun rodeado de gente. Además, te hace sentir físicamente mal, con dolores que no tienen explicación médica. No es simplemente estar triste; es llevar una carga pesada que toca cada aspecto de tu vida, dificultando ver las soluciones y alejándote aún más de quienes podrían ayudarte.

Más allá de afectar la capacidad de hablar con fluidez y la velocidad en los movimientos, invade la esfera emocional profunda, llevando a una sensación constante de desolación y desinterés por la vida. Este estado mental disminuye el placer en actividades que antes te encantaban y puede alterar significativamente patrones alimenticios y de sueño, llevando a una fatiga persistente. La autoevaluación negativa se intensifica, aumentando sentimientos de culpa y devaluación personal.

Los problemas de concentración y decisión se vuelven barreras adicionales, complicando las tareas diarias y laborales, y los pensamientos suicidas pueden emerger como una señal alarmante de su gravedad.

Imaginar la depresión emocionalmente, es como estar atrapado en una tormenta perpetua sin un refugio a la vista. Es sentir el peso del mundo en tus hombros, pero tus pies están demasiado anclados al suelo para moverte. Es un susurro constante de duda que apaga las voces de la alegría y la esperanza. La soledad te envuelve incluso en una habitación llena de gente, y cada día se siente como una batalla solo para mantener la cabeza fuera del agua.

Es como caminar con una nube oscura sobre la cabeza, que solo tú puedes ver. Es sentirse desconectado de las sonrisas y las risas que resuenan a tu alrededor, como si estuvieras en el otro lado de un vidrio empañado. Cada intento de escapar de la tristeza parece inútil, y el futuro aparece como un camino sin destino claro, sumido en la bruma. La lucha interna se siente solitaria, un eco en un valle vacío. 

Imagina que cada recuerdo feliz es como una estrella que lentamente pierde su brillo en el firmamento de tu mente. Estás en una constante búsqueda de un rayo de luz en la oscuridad, un susurro de esperanza en el silencio. Pero incluso rodeado de amor, te sientes aislado, como si estuvieras atrapado detrás de una barrera invisible que te separa del calor y la conexión. Es una lucha silenciosa por recordar cómo se siente realmente vivir, no solo existir,  puede sentirse como una serie de despedidas silenciosas a partes de ti mismo que creías inquebrantables. Cada esfuerzo por conectarse con los demás se siente como hablar en un idioma olvidado, donde las palabras pierden su significado antes de alcanzar oídos ajenos. Es un ciclo de días que se funden unos con otros, en una monotonía que sofoca el espíritu, haciendo que incluso las pequeñas tareas se sientan como montañas insuperables.

El tiempo mismo se distorsiona, avanzando demasiado rápido o arrastrándose lentamente, haciéndote sentir desincronizado con el mundo que te rodea. Es como si la vida se desarrollara a través de una lente borrosa, donde cada intento de claridad requiere un esfuerzo hercúleo. Esta experiencia se acompaña de una fatiga emocional profunda, donde incluso los actos de cuidado personal se convierten en desafíos inmensos. La depresión no solo te roba la luz; oscurece cada rincón de esperanza, haciendo que el acto de buscar ayuda parezca un viaje imposible.

He caminado por esa oscuridad profunda, donde cada día se sentía como una batalla interminable contra mi propia sombra. Sé lo que es mirar al mundo a través de un velo de desesperanza, donde la risa parece un recuerdo distante y la felicidad, un sueño irrealizable. Pero también he aprendido que en el corazón de esa oscuridad, hay destellos de luz esperando ser encontrados. Compartiré mi historia no desde un lugar de derrota, sino desde un espacio de entendimiento y esperanza, deseando extender mi mano a aquellos que aún luchan, para decirles que no están solos y que el camino hacia la luz, aunque tortuoso, es posible.

Si tú también te identificas con esta oscuridad y desolación, espero que mis palabras te motiven a seguir adelante, recordándote que no estás solo en este camino. Hay esperanza y una vida llena de luz esperándote, a pesar del doloroso viaje a través de la oscuridad. 

Y si nunca has vivido esto pero conoces a alguien que sí, ojalá puedas entender mejor su lucha. Sé empático y compasivo; incluso los gestos más pequeños de afecto pueden iluminar nuestros días más oscuros, adquiriendo un valor incalculable. Pequeñas acciones de apoyo, como simplemente ofrecer tu presencia, pueden marcar una gran diferencia. Si conoces a alguien lidiando con la depresión, aunque no sea un familiar cercano, te animo a mostrar comprensión y a valorar el enorme impacto que los pequeños gestos de amabilidad pueden tener. Una sonrisa, un saludo afectuoso o simplemente escuchar, pueden ser luces en la oscuridad para quien atraviesa este difícil camino. Nunca subestimes el poder de tu empatía y compasión; en momentos de profunda tristeza, tu apoyo puede ser el faro que guíe a alguien de vuelta a la esperanza.

jueves, 8 de febrero de 2024

✨ Luz interior - Carta de Amor Propio ✨


 ¡Dios mío! Pero qué... ¿Qué te ha pasado? ¡Estás sangrando!

Oh, cariño, veo que tu corazón está roto... Pero tranquila, ahora estoy aquí. Ya no estarás sola en esto.

Llora todo lo que necesites, deja que el alivio bañe tu dolor. No hay vergüenza en tus lágrimas; son prueba de tu fortaleza y humanidad.

Sé que estás sufriendo, pero ahora me tienes a mí. Juntas, vamos a sanar estas heridas.

Observo las cicatrices en tu cuerpo, testimonios de batallas pasadas...

Hay nuevas heridas... Esta vez viste venir el golpe pero dudaste de su realidad. A veces, es difícil reconocer la traición, especialmente cuando se disfraza de bondad.

Es cierto, hay quienes intentan opacar tu brillo, guiados por la amargura o el dolor propio. Utilizan la manipulación, disfrazada de honestidad, para hacerte dudar de tu valor.

Pero aquí está la verdad: eres suficiente. Más que suficiente. No dejes que te hagan creer lo contrario. No permitas que te rompan. 

Tú eres fuerte, resiliente, y capaz de reconstruirte, incluso más brillante que antes.

Esos seres, perdidos en su propia oscuridad, no tienen sentimientos. No malgastes tu energía intentando cambiarlos o salvarlos. Tu camino es de luz, y no todos están preparados para aceptarla.

Pero recuerda, siempre habrá aquellos cuya propia luz resuena con la tuya.

Aquellos que te miren y vean tu luz, y se alegren de tu prosperidad, son las personas adecuadas. Están hechos de la misma sustancia, del mismo fuego vital que arde en tu interior.  Son los que realmente merecen un lugar en tu vida

Yo estaré aquí, seré tu fuerza para seguir adelante y enfrentar el miedo. Y si este miedo es muy grande, seré tu coraje. Seré el respeto y amor que ponga límites para que nadie pueda romperte otra vez. 

No estás sola.

Sé siempre tú misma. No necesitas ni permitas cambiar para encajar en las expectativas de nadie. No te avergüences de tu grandeza.

No lo olvides, tu luz es tu mayor regalo. En momentos de oscuridad, es ella quien te guiará. Cuida de ti, ámate con toda la intensidad que mereces, y nunca jamás permitas que nadie te haga dudar de tu brillo.

Eres increíble tal y como eres. Con cada herida, has ganado sabiduría y fuerza. Son marcas de tu capacidad para superar y seguir adelante, más sabia, más fuerte, y más brillante.

Así que, levántate. Seca tus lágrimas. Mira hacia adelante con la cabeza alta. Estás destinada a una hermosa vida llena de grandes cosas. 

Y recuerda, siempre estaré aquí para ti, apoyándote, creyendo en ti, amándote. Juntas, no hay herida que no podamos sanar, no hay oscuridad que no podamos iluminar.


Con amor,
Isabel.💖


domingo, 7 de enero de 2024

La noche más larga

 La noche más larga



Regresar a este blog es como abrir una cápsula del tiempo: un encuentro con mi yo pasado que ni yo misma reconocía...

Hace ya varios años que no escribo aquí, en este tiempo he escrito para otros foros, redes sociales y webs pero no este, mi blog. Hoy me decidí a volver y me sorprendió leer a mi yo de aquel tiempo, sus pensamientos, sus ideas. Ha sido casi como si no reconociera a esa otra Isabel, esa otra versión mía que vivía allá por 2017 y que sentía la necesidad de expresarse de aquella forma. Poco sospechaba entonces de que las cosas cambiarían tanto. 

Para los que solían leer mis entradas, puede que les extrañase mi marcha y se pregunten qué la motivó, para los que no me han leído nunca, espero que en estas líneas encontréis algunas razones para continuar haciéndolo.

Mucho ha pasado desde aquella última entrada. Verdaderamente ha sido, como dice la canción canción de Sôber, La noche más larga. En estos años de silencio, he atravesado mares de cambios, cada ola redefiniendo quién soy y lo que creo

Tras releer todas las entradas antiguas, he decidido ocultarlas (al menos por el momento) y dar una nueva imagen al blog con el propósito de reflejar de una mejor manera mi evolución y crecimiento personal en mi noche más larga.
La idea no es sólo compartir estas vivencias, quisiera creer que puedan servir de ayuda a otras personas que también atraviesan su noche oscura, e insuflarles esperanza y ánimos para continuar buscando su propio amanecer, lleno de luz, donde escribir nuevos capítulos de sus vidas, lejos de tinieblas y oscuridad.
Es precisamente esto lo que yo anhelaba descubrir cuando me encontré sumergida en las sombras, cuando la penumbra de mi mundo se tornó en una oscuridad abrumadora y apenas podía discernir los contornos de la vida que me rodeaba. Créeme, las pequeñas chispas de luz hacen una gran diferencia.

Si decides quedarte en esta nueva etapa del blog, juntos descubriremos que incluso la noche más larga cede paso al amanecer.