jueves, 29 de agosto de 2024

Oh Amor, Amor...




Oh, amor, amor... Pasas la vida persiguiéndolo, anhelándolo, idealizándolo, soñándolo... pero cuando intentas resurgir después de una depresión, o como en mi caso, tras una infancia y preadolescencia tan profundamente marcadas, el amor, en todas sus formas, se convierte en una necesidad extrema. Es como si el corazón, herido y cansado, encontrara en el amor —ya sea en la amistad, la familia, los compañeros de trabajo, o incluso en los jefes— la única cura, la única esperanza de redención. Pero no es fácil.

A cada intento, una nueva decepción, y con cada desilusión, esa necesidad de encontrar tu lugar en el mundo se vuelve aún más apremiante. Es entonces cuando comienzas a ignorar todas las señales de advertencia, las banderas rojas, los peligros que acechan, porque llegas a creer que el problema radica en ti, no en los demás. Y así, te entregas por completo, confías a ciegas, das todo lo que tienes y todo lo que eres, con la única esperanza de que, esta vez, sea suficiente para tener una oportunidad de pertenecer, de ser aceptado.

Pero nunca parece serlo, nunca es suficiente. Y no solo en el amor romántico, sino también en la amistad, en la familia, en el trabajo. Buscas desesperadamente encajar, ser valorado, ser querido. Te esfuerzas por ser el amigo que siempre está ahí, el hijo que cumple con las expectativas, el compañero de trabajo diligente, el empleado ejemplar. Y a veces, esa necesidad de aprobación, de conexión, te lleva a sacrificarte, a adaptarte, a cambiar, con la esperanza de que finalmente alguien vea tu valor.

Sin embargo, a menudo descubres que, no importa cuánto des, cuánto te esfuerces, siempre parece haber algo fuera de tu alcance. La validación que buscas sigue siendo esquiva, y en ese proceso, empiezas a perderte a ti mismo. Empiezas a cuestionar si alguna vez serás suficiente para alguien, si alguna vez habrá un lugar donde realmente pertenezcas sin tener que sacrificar partes de ti. Y así, el ciclo continúa, con un corazón que anhela amor en todas sus formas, pero que se enfrenta una y otra vez a la dura realidad de que el amor, tal como lo imaginas, sigue siendo un sueño distante.

¿Os suena? Es mi historia y la historia de muchos. Pero qué difícil es admitirlo, ¿verdad? Nos aferramos a la idea de que nuestras luchas son únicas, que nuestras heridas son distintas. Sin embargo, esta es una de las historias más antiguas, una que se repite una y otra vez a lo largo de la humanidad. Lo que lo hace aún más doloroso es que, aunque tantos la viven, la percibimos como si fuéramos los únicos en experimentarla. Es como si estuviéramos atrapados en una burbuja, creyendo que nuestra soledad y nuestras cicatrices son exclusivamente nuestras, cuando en realidad, millones han sentido el mismo dolor, han recorrido el mismo camino, pero seguimos creyendo que somos los únicos en vivirlo.

Nos esforzamos en ocultarlo, en fingir que todo está bien, en mirar hacia otro lado cuando se sobrepasan nuestros límites. Justificamos lo injustificable, nos convencemos de que estamos exagerando, o que debe haber una explicación razonable. Y cuando no la hay, lo dejamos pasar, aceptando faltas de respeto y abusos, todo con tal de no sentirnos rechazados o abandonados. Nos aferramos a la idea de pertenecer, de ser aceptados, incluso si eso significa sacrificar nuestra dignidad y bienestar. En ese esfuerzo por evitar la soledad, permitimos que otros crucen líneas que jamás deberían haberse cruzado, todo para no enfrentar el dolor del abandono.

Si has leído mi post anterior, entenderás mejor por qué ese es el terreno perfecto para ser atacado por los Cinco Jinetes de la Desolación. En esa desesperación por encajar, por ser aceptados, es donde la vulnerabilidad se convierte en nuestro peor enemigo. Es en ese espacio donde permitimos que se sobrepasen nuestros límites, que los jinetes encuentran su oportunidad. Se infiltran en nuestras vidas en forma de dudas, inseguridades, miedos, culpa y soledad, arrasando con lo poco que queda de nuestra fortaleza emocional. Nos dejan debilitados, convencidos de que somos indignos, de que merecemos el dolor que estamos sufriendo, todo porque hemos permitido que otros nos definan, que decidan cuánto valemos, mientras nosotros no sabemos cómo valorarnos ni amarnos con compasión. No tenemos la experiencia o la capacidad de vernos con claridad y aceptación. Y así, la desolación se convierte en nuestra compañera constante, alimentada por la creencia equivocada de que este es el precio que debemos pagar para no estar solos.

No tienes la culpa. Repito, no tienes la culpa de absolutamente nada. Eres perfecto tal como eres, siempre lo fuiste. Incluso en esos momentos en los que pudiste haber sufrido abusos y desprecio por parte de otros, que te decían que no valías, ya eras suficiente y valioso, tal como lo eres ahora. El único error está en la manera en que te autopercibes, viendo tu valor a través del juicio de los demás en lugar de verlo con tus propios ojos. La verdadera lucha es con la forma en que esos juicios han distorsionado tu visión de ti mismo. Tú siempre has sido suficiente, y es hora de que lo veas por ti mismo.

Puede que nunca nos hayan enseñado a ver nuestro verdadero valor, especialmente si crecimos en entornos donde lo tóxico se confundía con lo normal, o rodeados de personas heridas que, en su propia fragilidad, proyectaban su sentimiento de insuficiencia sobre nosotros como su única manera de sentirse superiores. O tal vez, por muchas otras razones, aprendimos a perder de vista lo que realmente somos. Y así, en lugar de mirarnos con nuestros propios ojos, aprendimos a vernos a través de los espejos de los demás, donde nuestra imagen se distorsiona y se vuelve irreal, haciéndonos sentir menos de lo que en verdad somos.

Pero imagina por un momento que en lugar de esos espejos ajenos, decides mirar en tu propio espejo. Ahí, en ese reflejo íntimo y sincero, verías la perfección que siempre has llevado dentro, lo suficiente y valioso que eres. Es en ese espejo donde podrías reconocer con cariño las partes de ti que deseas cultivar, los aspectos de tu ser que quieres desarrollar, no por la presión de otros, sino por el profundo deseo de crecer en armonía con quien realmente eres. Y al hacerlo, verías reflejada una luz única, una luz que es solo tuya, una luz que te llena de seguridad y orgullo, porque finalmente estarías viendo a la persona que siempre has sido, y que siempre mereció ser vista con amor, comprensión y aceptación.

Y al verte así, con esa claridad y esa ternura, comenzarías a darte cuenta de que, aunque en nuestra infancia necesitamos el amor, el apoyo y la comprensión de quienes nos rodean, lo que siempre has necesitado, sobre todo en tu vida adulta, ha estado dentro de ti. Esa luz, esa fuerza, esa capacidad de amar y ser amado no dependen de la aprobación de otros ni de sus espejos distorsionados. Están ahí, esperando que las reconozcas, que las aceptes, que las abraces.

Comprenderías que las cicatrices que llevas no son señales de debilidad, sino marcas de tu resiliencia y valentía, de todo lo que has superado. Tus dudas y miedos no te definen, son parte de tu proceso de crecimiento, algo que puedes mirar con compasión, sabiendo que estás en un camino hacia un mayor entendimiento y amor propio.

Es cierto que no todas las caídas o tropiezos traen consigo una lección, y no siempre debemos sentirnos obligados a encontrar algo positivo en ellos. A veces, los tropiezos son simplemente dolorosos, y está bien sentir frustración o tristeza por ello. No es necesario sentir agradecimiento por cada experiencia difícil, pero sí es importante darte el espacio para sentir, para procesar, y para ser amable contigo mismo en esos momentos. Lo que realmente importa es que, a pesar de las dificultades, sigues adelante, aprendiendo a cuidar de ti y a valorarte, sin forzarte a encontrar un significado donde no lo hay.

Y con cada día que pasa, al mirarte en ese espejo, verías cómo tu percepción empieza a cambiar, cómo poco a poco comienzas a confiar más en esa voz interna que te dice que eres suficiente, tal como eres. Dejarías de buscar en los demás la validación que siempre ha estado en ti, y comenzarías a escuchar exclusivamente la tuya, esa voz que finalmente te reconoce como la persona valiosa y completa que siempre has sido.

Sé que el camino no es fácil. Leer esto no va a hacer que todo cambie de la noche a la mañana. Este es un proceso lleno de altibajos, y yo no tengo todas las respuestas. De hecho, yo también estoy en ese camino, aprendiendo y creciendo cada día.

No tienes que hacerlo solo. Podemos avanzar juntos, a nuestro propio ritmo, con la paciencia que sea necesaria. Habrá días buenos y otros no tanto, y eso está bien. Lo importante es que se está dando lo mejor de nosotros, paso a paso.

Si alguna vez te sientes abrumado, recuerda que no estás solo. No soy experta, pero estoy aquí, recorriendo este mismo camino. Y en este viaje, siempre hay más que descubrir, más que explorar. Así que, si te sientes preparado, podemos seguir adelante juntos.

Estaré aquí, en el siguiente post, lista para continuar este viaje contigo. ¡No pierdas ojo al siguiente contenido!

Además, estoy preparando un Google Sites donde estoy emprendiendo este viaje de autoconocimiento, mi propio espejo de autopercepción, que espero tener listo pronto para compartir con vosotros. Sé que sois muchos los que me preguntáis para cuándo estará listo, y siempre respondo lo mismo: pronto.

Debéis saber que trabajo en ello a diario, porque sé que no funcionaría de otra forma. He creado un esquema de trabajo por secciones donde registro las cosas que voy descubriendo sobre mí misma y las que ya conocía. Mis propios "síes" y "noes", lo que voy revelando de mi personalidad, mis ilusiones, lo que me apasiona, mis propios límites... Poco a poco, voy perfilando mi forma de ser, mi carácter y todo lo que soy.

He incluido retos personales en los que registro cada pequeña meta y cada logro, porque eso me ayuda a tener una visión más clara de mi progreso personal. A veces tenemos la sensación de que no hemos cambiado nada, pero cuando lo ves desde esta perspectiva, comprendes mejor todo lo que eres capaz de hacer y de lograr, incluso sin ser plenamente consciente de ello.

El sitio tiene multitud de secciones, porque no tenía ni idea de cuántas cosas me representan, de todo lo que realmente soy hasta que me he puesto a ello. Por eso me está llevando un poco más de tiempo compartirlo, quiero que algunas de estas secciones estén lo suficientemente desarrolladas como para que resulten comprensibles. Más adelante, iré profundizando en ellas a medida que continúe explorando.

Cada día me sorprendo más con lo que voy aprendiendo sobre mí misma, no sabía que había tantas cosas.

También he incluido una sección de fotos y recuerdos, porque, como algunos ya sabéis, aún tengo cierta amnesia retrógrada, probablemente causada por las veces que me disociaba para soportar el dolor. Esta sección está dedicada a revivir esos momentos a través de fotos y anécdotas que voy recuperando poco a poco. Aunque avanza despacio, cada paso es un logro, y ver cómo esta parte de mi vida vuelve a tomar forma es increíblemente gratificante.

Estoy realmente emocionada con los resultados y con todo lo que estoy descubriendo en este proceso.

¡Ya falta menos para que pueda compartirlo con vosotros! ¡Muy pronto podréis verlo, y espero que también os inspire en vuestro propio viaje!

He escogido la canción "Love" de Def Leppard, porque además de ser una preciosa balada, refleja a la perfección lo que describo en este post. Estoy segura de que cuando leáis la letra (que he incluido traducida), comprenderéis mejor los sentimientos y las experiencias de las que hablo. Es una canción que me llega profundamente, y espero que la disfrutéis tanto como yo lo hago.





Love - Def Leppard


Love, love, look what you've done to my heart 
Oh, I should have known from the start 
That you'd go and tear it apart 
Oh, and now you desert me 

You never lose, you never fail 
You always live to tell the tale 
You take me up, you bring me down 
Without a touch, without a sound 

Love, love why do I keep searching high and low? 
You take me in your arms then let me go 
Oh, how long must it be until you 
Come and run back to me? 
Can't you see I got no release from the pain 
Just to see you again 
You never lose, you never fail 
You always live to tell the tale 
You take me up, you bring me down 
Without a touch, without a sound 
 Love, love, why do I keep searching high and low? 
You take me in your arms then let me go (Love, don't let me go) 
When will your love set me free? 
When will you come back to me? 
Oh, love, love, why do I keep searching high and low? 
You take me in your arms, then let me go Ooh, love


Amor, amor, mira lo que has hecho a mi corazón
Oh, debí haberlo sabido desde el principio
Que te irías y lo destrozarías
Oh, y ahora me abandonas

Nunca pierdes, nunca fallas
Siempre vives para contar la historia
Me elevas, me derrumbas
Sin un toque, sin un sonido

Amor, amor, ¿por qué sigo buscando arriba y abajo?
Me tomas en tus brazos y luego me dejas ir
Oh, ¿cuánto tiempo pasará hasta que
Vuelvas corriendo a mí?
¿No ves que no tengo alivio del dolor
Solo por verte de nuevo?
Nunca pierdes, nunca fallas
Siempre vives para contar la historia
Me elevas, me derrumbas
Sin un toque, sin un sonido
Amor, amor, ¿por qué sigo buscando arriba y abajo?
Me tomas en tus brazos y luego me dejas ir
(Amor, no me dejes ir)
¿Cuándo me liberará tu amor?
¿Cuándo volverás a mí?
Oh, amor, amor, ¿por qué sigo buscando arriba y abajo?
Me tomas en tus brazos, y luego me dejas ir

Ooh, amor